SIEMPRE HEMOS ESTADO AQUÍ : EL TRABAJO DE LAS MUJERES EN EL ARTE.
- Mariana Z.
- 9 ago 2018
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago 2018
Agosto, 2018.

Al escribir me reconozco, me reconcilio conmigo y me conecto con otras personas con las que mantengo lazos que refuerzan mi identidad de género y me recuerdan mi lugar social. Esto también me ha llevado a preguntarme ¿cómo aplicamos el concepto de género en la Historia del Arte? Y una vez más a pensar en las categorías que empleo para observar el mundo.
El concepto de género que ahora tomo es el que se ha reflexionado desde los círculos del movimiento feminista a partir de la segunda mitad del siglo XX. Según el revelador ensayo de Joan Scott, el género como tal se volvió “un medio para volver a pensar acerca de los factores que determinan las relaciones entre los sexos” (Scott, 2008, p.13). Desde los años sesenta del siglo XX este concepto tuvo eco en los movimientos colectivos que apoyaron las relaciones entre los individuos más igualitarias, más equitativas y menos discriminatorias… Pero, ¿qué impacto ha tenido esta discusión en el terreno de la Historia del Arte?
Arte y artistas.
La pregunta anterior me lleva a pensar en el trabajo de las mujeres en el arte y en otra más ¿cuál ha sido el lugar de las mujeres en la Historia del Arte? Aunque esta pregunta se puede responder de múltiples formas, en este caso sólo me dedicaré a escribir sobre la presencia de las mujeres en la producción artística. Son bien conocidos los casos de algunas mujeres artistas como Sofonisba Anguissola, Artemisa Gentileschi, Angelica Kauffmann, Madame Vigée-Lebrun, Suzanne Valadon, Käthe Kollowits, Barbara Hepworth, Geogia O’Keffe, Sonia Delaunay, Frida Kalho, María Izquierdo, Remedios Varo, Leonora Carrington, Cindy Sherman, Marina Ambramovic, por mencionar las que ahora recuerdo. Sin embargo también es cierto que en comparación con los artistas masculinos son pocas las mujeres a las que se les ha reconocido su trayectoria, valorado y explicado su obra.
Hasta los años setentas del siglo XX la discusión sobre el lugar de las mujeres en la producción artística fue cuestionado. Aunque en 1858 se publicó un artículo en de Westminister Review sobre mujeres artistas, las mujeres no fueron reconocidas por los libros oficiales sobre la historia del arte, como La Historia del Arte de Ernst Gombrich, en las primeras cuatro ediciones de la versión de La Historia del Arte de H.W. Janson, incluso en la versión de la Historia social de la literatura y el arte de Arnold Hauser. Fue hasta 1971 que Linda Nochlin con un lúcido ensayo que se titulaba ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? afirmó :
“...la culpa no hay que buscarla en los astros, en nuestras hormonas, en nuestros ciclos menstruales o en el vacío de nuestros espacios internos, sino en nuestras instituciones y en nuestra educación.” (Nochlin, 1971, p. 283).
Siempre hemos estado ahí, en los talleres, en las escuelas, en las academias, en los teatros, en los foros, galerías y museos o en los espacios donde se lleva a cabo la producción artística. Desde el siglo XVI las mujeres eran parte de los talleres familiares de pintura. Cynthia Freeland menciona el caso de Marietta Robusti (1560-1590), la hija del afamado pintor Tintoreto. A Marietta Robusti se le atribuyen algunas partes de las composiciones del pintor.

En las academias de arte hasta bien entrado el siglo XX se les permitió la entrada a las mujeres para estudiar en ellas, si bien hay algunos ejemplos de mujeres artistas en el siglo XIX que se habían formado en los atelieres de afamados artistas, como Mary Cassatt, Berthe Morisot, Rosa Bonheur o Camille Claudel. Lo cierto es que no sería hasta que se les permitió el pleno acceso a las academias de arte cuando se generarían las condiciones para que las mujeres tuvieran un mayor campo de acción en la producción artística, aunque el reconocimiento al trabajo y lugar de las mujeres en la Historia del Arte es todavía bastante desproporcionado en relación con los hombres que se dedican a la producción artística
El género en el Arte.
El tema de las mujeres en el arte fue cuestionado durante el periodo que se ha denominado como la segunda ola del movimiento feminista (1960-1980). Este abriría el campo de discusión sobre la inclusión de las mujeres en todas las historias. Había en los años ochentas una efervescencia por cuestionar los roles sociales y la forma en la que estos se habían configurado desde quizá ¿el siglo XIX?
A esta discusión se abona que en 1985 un grupo de artistas denominado las Guerrilla Girls protestaron por “el sexismo en el mundo del arte”. Una de las obras que dejó huella de este movimiento fue el afiche Como logran las mujeres ser más expuestas (1989),en el cartel hecho con un fondo amarillo bastante llamativo, se observa la figura modificada de uno de los desnudos de Ingres con un sobrepuesto de cabeza de gorila (que es con el que las Guerrilla Girls se presentan en las protestas), un texto en letra Impact pregunta al público «¿tienen que estar las mujeres desnudas para entrar en el MET?» Debajo de la pregunta se alcanza a leer que solo el 5% de los artistas de la sección moderna son mujeres, en comparación con el 85% de los desnudos. Las Guerrilla Girls continuaban con lo que Nochlin había señalado unos años antes, mostrar al público la discriminación que vivían las mujeres, ejercida directamente desde las instituciones.

Lo cierto es que todavía en círculos muy conservadores si una mujer se dedica a la producción artística se considera como un hobby y no como un trabajo que requiere de la misma destreza y calidad intelectual que cualquier otro trabajo ejercido por los hombres. Ahora, el concepto de género se ha ampliado y está en constante discusión. Hablar sobre este tema obliga a pensar sobre la distribución del poder, sobre la aplicación de la política en las instituciones educativas y culturales, en un nivel local, estatal o incluso a nivel internacional. Es esta desigualdad que hace que algunas mujeres nos re-inventemos y nos reunamos bajos intereses comunes de clase, con la idea de unirnos las para reivindicar nuestra conciencia y nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo.
Con este pequeño texto en el que me limité a comentar sobre la presencia de las mujeres en la producción artística creo que he dejado abiertas otras discusiones que me gustaría tratar más adelante (en las próximas semanas):
1. La definición del estilo artístico y la relación con la forma en la que se ha concebido el cuerpo femenino.
2. El empleo de ciertos temas o motivos recurrentes en el arte figurativo y los mensajes que de estos se desprenden.
3. El género y su inclusión en las políticas culturales.
En este momento pienso en estos temas, aunque se pueden desprender otros asuntos que trataré después.
Mariana Zárate.
Referencias:
· Joan Wallach Scott (2008), Género e Historia (1ª ed. 1999).Trd. Consol Viliá I. Boadas,México, D.F.:Fondo de Cultura Económica.
· Cynthia Freeland (2004), Pero ¿esto es arte? (1ª ed. 2001), Madrid, España: Cuadernos Arte Cátedra.
· Linda Nochlin (1988), “Why have there been no great Woman Artist?, en: Women, Art, and Power ant Other Esays, pp. 283-289, Nueva York: Harper & Row.
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